Lección 196 – El enemigo no está afuera
- Fabe
- 2 ago
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"Sólo a mí mismo me puedo crucificar"

La Lección 196 de Un Curso de Milagros nos lleva a una verdad central del camino espiritual: el dolor real no viene del exterior, sino que se crea dentro de nosotros mismos. Solo nosotros podemos herirnos verdaderamente, no porque merezcamos castigo, sino porque tenemos el poder de elegir entre el miedo y el Amor en cada momento.
Cuando atacamos, juzgamos o proyectamos culpa sobre otros, acabamos reforzando el dolor en nuestra propia mente. La ilusión de que herir al otro nos aliviará sostiene la separación y el sufrimiento. El ego, astuto y persistente, alimenta esta creencia para mantenernos atrapados en un ciclo de defensa, culpa y miedo, alejándonos así de la verdadera curación.
La buena noticia es que podemos elegir de nuevo. Al interrumpir este ciclo, aunque sea por un instante, abrimos espacio para que el Amor nos muestre otra visión: la paz del otro comienza en nosotros. También aprendemos en esta lección que no somos cuerpos destinados a la condena, sino seres espirituales en un camino de resurrección interior. Cada paso dado con disposición es un movimiento hacia la libertad. No es el tiempo lo que cura, sino la entrega sincera al presente, al ahora sagrado donde todo se transforma.
El Curso nos invita a observar con honestidad las creencias inconscientes que mantenemos, incluido el miedo a Dios:
esa antigua y profunda confusión que nos hace pensar que Él nos juzga o castiga. Ese miedo no es más que una ilusión, generada por una mente fragmentada que cree en la separación.
Cuando comprendemos que ningún ataque es real, que nada externo puede herirnos de verdad, empezamos a deshacer los cimientos del miedo. El cambio de percepción disuelve la prisión interna. Vemos, finalmente, que cada desafío puede ser una invitación al renacimiento.

La salvación deja de ser una promesa lejana y se convierte en una elección presente.
No está en manos del mundo, sino dentro de nosotros. La resistencia final — ese terror que a veces sentimos antes de rendirnos completamente a la verdad — no es más que el último suspiro del ego antes de desaparecer.
Al acoger la guía amorosa de los Pensamientos de Dios, permitimos que el recuerdo del Creador renazca en nuestro corazón.
Ninguna fuerza externa nos bloquea cuando aceptamos la verdad con sencillez. La dirección es clara: es el Amor. Esta lección nos recuerda que, aunque hayamos creído en la culpa y en la crucifixión, nosotros también somos la puerta hacia la redención.
Somos responsables de nuestras elecciones, sí, pero eso es liberador.
Porque si el dolor nace dentro, la curación también.
Que esta enseñanza resuene suavemente en tu conciencia.
Que traiga ligereza, claridad y libertad en el ahora.
Y que, al reconocer que solo puedes crucificarte a ti mismo, recuerdes también que es en ti donde el Amor quiere renacer.
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