Lección 193 - La Lección es el Perdón
- Cosmic Dimension

- 16 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 27 jul
"Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda"
La vida, con todas sus experiencias, es una invitación continua al aprendizaje espiritual. Aunque Dios no comparte nuestra forma de aprender — porque Él solo conoce lo perfecto y lo eterno —, es Su Voluntad que la felicidad de Su Hijo permanezca intacta. Por eso, nos ofrece medios suaves para regresar a la paz que nos pertenece por derecho. Todo lo que nos sucede, por muy diferente que parezca, trae siempre la misma lección esencial: perdona, y lo verás de otra manera.
Dios no ve contradicciones, pero nosotros sí. Por eso, necesitamos una nueva mirada que nos libere de las distorsiones de la mente. En cada situación difícil, en cada pensamiento de dolor o separación, hay una oportunidad de elegir de nuevo, de ver con los ojos del perdón. Cuando miramos a través de ese filtro, el sufrimiento pierde su forma y se disuelve en la luz de la verdad. La misma lección se presenta con distintos disfraces: enfermedades, pérdidas, heridas, expectativas rotas... pero el contenido esencial es siempre el mismo: perdona, y la paz regresará.

Muchas veces no lo reconocemos de inmediato. El dolor parece real, los conflictos parecen justificados, y el perdón parece lejano. Pero, en el fondo, siempre es la negativa a perdonar lo que mantiene vivo el sufrimiento. El perdón no es solo un gesto moral o noble, es el camino directo hacia la sanación de la mente. Es él quien disuelve la culpa, deshace el miedo y desmonta el sueño de la separación. El Espíritu Santo nos recuerda incansablemente esta verdad y nos invita a practicar: perdona… y esto desaparecerá.
Quizá sea incómodo admitir que todo dolor nace de una percepción equivocada. Pero esa es una clave preciosa. Cuando sufrimos, es porque aún no hemos perdonado por completo. Esto no debe generar culpa, al contrario, es un llamado a la compasión hacia uno mismo. Dios no quiere que Su Hijo sufra, ni desea que cargue solo con los pesos del mundo. Por el contrario,
Dios desea aliviar esa carga y guiarnos de regreso a la risa y a la ligereza.
No hay ningún dolor que Él quiera conservar, ninguna lágrima que no desee secar. Todo lo que vivimos puede verse con nuevos ojos, y así se convierte en un paso más hacia el hogar. Dios solo nos pide pequeños pasos. El último es Suyo. Pero esos pasos comienzan con nuestra disposición a mirar cada situación como una lección de amor, por difícil que parezca. Entonces, el tiempo deja de ser un peso y se convierte en una herramienta para sanar.
Hoy, y todos los días, se nos invita a dejar atrás el peso del pasado y a no proyectar sombras en el futuro. Cada hora, podemos renovar el momento a través de la práctica del perdón, recordando que ningún instante necesita cargar con los residuos del anterior. Cada hora es una oportunidad de liberación.
Esta es la lección que Dios quiere que aprendamos: hay una manera de mirar todas las cosas que transforma el dolor en camino, el conflicto en reconciliación, el miedo en amor. Y ante cada pensamiento de sufrimiento, hay una respuesta simple y poderosa: Perdonaré… y esto desaparecerá.



Comentarios